Ed Ruscha y la fotografía 1 2

November 5, 2016 | Author: Ignacio Silva Espejo | Category: N/A
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1 ED RUSCHA Y LA FOTOGRAFÍA Ed Ruscha y la fotografía A. D. Coleman I. «Mis libros terminan en la ba...

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ED RUSCHA Y LA FOTOGRAFÍA

Ed Ruscha y la fotografía

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A. D. Coleman

I. «Mis libros terminan en la basura»

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os Ángeles – «Después de que un libro se va de aquí, cualquiera puede hacer lo que quiera con él. Me gustaría tener los datos concretos de dónde están mis libros… No hace mucho tuve un sueño sobre una persona imaginaria conocida como “El Informante” , y lo escribí. Déjame leértelo. »El Informante es alguien que se te aparece y empieza a contarte historias y hechos relacionados con temas particulares de tu vida. Se me apareció y me dijo: De todos tus libros publicados, solo 171 han sido dispuestos bocarriba sin ninguna protección, 2026 están en posición vertical en las librerías y 2715 están bajo pilas de libros. El mayor peso sobre un solo libro es de 68 libras y este se encuentra en una librería en la ciudad de Colonia, Alemania. Cincuenta y ocho se han perdido, 14 han sido completamente destruidos por el agua o fuego, 216 libros podrían considerarse bastante desgastados. Trescientos noventa libros se encuentran entre los 40 y 50 grados. Dieciocho de los libros han sido deliberadamente arrojados o destruidos. Cincuenta y tres libros nunca han sido abiertos, muchos de los cuales fueron comprados recientemente y puestos de lado temporalmente.

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Nota del autor: Realicé la entrevista en la que se basa este perfil de Ed Ruscha en su estudio en Los Ángeles en el verano de 1972, para ser publicada en mi columna en el New York Times. Debido a su extensión, el diario me pidió que la dividiera en dos partes; aquí las he combinado para entregar este artículo en su forma prevista originalmente. Citas de las publicaciones originales: Coleman, A. D. (10 de agosto de 1972). My Books End Up in theTrash. New York Times, p. D12 y Coleman, A.D. (10 de setiembre de 1972). I’m Not Really a Photographer. New York Times, p. D35.Versión especial para la Revista Kaypunku.

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Reproducido con autorización de A. D. Coleman. Traducción: Héctor Acuña y Melissa Tamani. Corrección de traducción: María Paula García.

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De los aproximadamente 5000 libros de Ed Ruscha que fueron comprados, solo 32 han sido utilizados de una forma directamente práctica. Trece de estos han sido usados como peso sobre papeles o cosas pequeñas, siete han sido utilizados como matamoscas para aniquilar insectos pequeños como moscas o zancudos, dos fueron dispuestos como artefactos para mantener una puerta abierta, seis han sido empleados para transportar alimentos como maní a una mesa de café y cuatro fueron utilizados para alinear fotografías en la pared. Doscientos veintiún personas han olido las páginas de los libros. Tres de los libros se han mantenido en constante movimiento desde su compra: todos ellos están en un bote cerca a Seattle, Washington”».

«Ahora, ¿no sería maravilloso saber estas cosas?» Es pasado el mediodía y estamos en el estudio brillante, espacioso y de paredes blancas de Ed Ruscha (pronunciado Rew-shey, tal como lo indica su tarjeta personal) en la avenida North Western. Un saco de boxeo cuelga de un muro, una motocicleta se ubica en la otra habitación, hay pinturas en las paredes y una fotografía enmarcada de Bela Lugosi con un cigarro. Muchos sombreros de vaquero cuelgan del filo de un espejo sin marco sin descanso en un caballete. De la radio proviene una mezcla de rock, jazz y cantos de vaqueros. Ruscha, un hombre transplantado de Oklahoma que ha alcanzado una sólida reputación como pintor, es también el creador y editor de una serie única de libros de fotografía. El primero de la serie, Twenty six Gasoline Stations, fue publicado en 1962 y le han seguido otros trece más, conformando todos ellos un considerable conjunto de obras. Además de Twenty six Gasoline Stations, la serie completa está compuesta por: Various Small Fires, 1964; Some Los Angeles Apartments, 1965; Every Building on the Sunset Strip, 1966; Thirty four Parking Lots, 1967; Royal Road Test, 1967; Business Cards, 1968; Nine Swimming Pools and a Broken Glass, 1968; Crackers, 1969; Real Estate Opportunities, 1970; Babycakes, 1970 (parte de una serie múltiple y no en venta por separado); A Few Palm Trees, 1971; Records, 1971; y Dutch Details, 1971. En su mayoría, estos libros consisten en simples volúmenes pequeños que muestran exactamente lo que los títulos indican. Thirty four Parking Lots es una serie de fotografías aéreas de estacionamientos; Nine Swimming Pools —la única serie que emplea fotografías a

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color— incluye fotografías de nueve piscinas y un vidrio roto. Algunas presentan un formato más elaborado: Sunset Strip (Figuras 1 y 2) consiste en dos series de «fotos continuas motorizadas» impresas en formato acordeón que se extiende 27 pies de longitud; Dutch Details está hecha de hojas desplegables. En su conjunto, componen una colección impresionante, críptica y divertida de obras fotográficas hechas por un artista que ni siquiera se considera a sí mismo como un fotógrafo. Muchas de las fotografías en los libros, por cierto, no fueron hechas por el mismo Ruscha, sino por colaboradores tales como Joe Goode, Patrick Blackwell, Art Alanis (las fotos aéreas de los estacionamientos) y Jerry McMillan. «No es realmente importante quién tome las fotografías», afirma Ruscha. «Ni siquiera las miro como fotografías; son solamente imágenes para llenar un libro». Entonces, ¿son equivalentes a los dibujos? «No, no, porque el dibujo le da el toque manual que no me interesa para nada. La cámara se utiliza solamente como un dispositivo de documentación, como el dispositivo de documentación más cercano, de eso se trata todo… Los dibujos nunca podrían expresar la idea. Me gustan los hechos, hechos, hechos que están en estos libros. La representación más cercana a un departamento en Some Los Angeles Apartments es una fotografía, nada más, no un dibujo, porque eso lo convierte en la visión de alguien, y esto es el ojo de la cámara, la delineación más cercana en ese tema». Al preguntarle si ha sido influenciado por el trabajo de otros fotógrafos, Ruscha responde: «Ninguno. No tengo ningún interés en la fotografía como medio. Es decir, me gusta mirar fotografías, las encuentro bastante inquietantes, especialmente cuando tienen un sentido de documentación para los fotógrafos. Me gusta Mathew Brady, solo porque puedo mirar a todos esos soldados y ver cómo era la vida entonces, y At-get —¿cómo se pronuncia? ¿Atget?— me encanta su trabajo solo porque es como irse en un pequeño viaje, un pequeño viaje fantástico y eso es lo que me gusta de todo eso».

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Figura 1. Ruscha, E. (1966). Every Building on the Sunset Strip [Libro de artista, pp. 3-4] (18.5 x 14.7 x 1.5 cm). © 1966 Ed Ruscha. Cortesía del artista y Gagosian Gallery.

Figura 2. Ruscha, E. (1966). Every Building on the Sunset Strip [Libro de artista, pp. 7-8] (18.5 x 14.7 x 1.5 cm). © 1966 Ed Ruscha. E. Cortesía del artista y Gagosian Gallery.

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Si, tal como Henry T. Hopkins ha escrito, la creación de los libros de Ruscha «proviene sin lugar a dudas de un instinto de acumulación asentado en la infancia», Ruscha ha sublimado tal motivación más allá del reconocimiento. «Sé —afirma— que mis libros no están pensados de la misma forma que mis pinturas. La gente compra una pintura y la pone en alguna bóveda, pero estos libros, en cambio, tan solo serán tirados en un estante y eso me divierte, el hecho de que solo se les da la vuelta y eso afecta a las personas. La gente consigue las fotografías, las miran, luego las guardan y, de alguna manera, al final parece que terminan en la basura, lo cual está BIEN —eso me parece bien—, no me molesta para nada que puedan pudrirse o que no sean considerados “obras de arte” porque definitivamente no lo son». «Los he exhibido. Tuve una exposición de estos libros en Alemania, en Múnich. Fui a la galería y había muchos marcos ahí y no se me ocurrió una mejor forma de disponerlos que ponerlos en esos pequeños marcos y colgarlos en la pared. Pero, luego, también puse una mesa y los desparramé encima para que la gente pudiera tomar asiento y mirarlos. Así que solo estuve mostrando las portadas, pero la gente podía venir y decirme (en voz baja): “Psst, ¿cuánto cuesta?”. Y yo respondía: “Psst, tres dólares…”». Sonríe.

II. «No soy realmente un fotógrafo» Los Ángeles – «Es un parque de diversiones, eso es todo», afirma Ed Ruscha. «La fotografía es solamente un parque de diversiones para mí. No soy en absoluto un fotógrafo». A pesar de esta renuncia, los 14 pequeños libros de Ruscha han hallado mucha de su audiencia entre aquella gente interesada en la fotografía contemporánea. Se encontraban entre los primeros en la nueva ola de libros fotográficos publicados de forma privada; asimismo, fueron pioneros en el uso de la fotografía como herramienta básica en el arte conceptual. Muy aparte de su relevancia histórica, estos libros tienen una consistencia y encantadora ambigüedad desconcertante que proviene de su propia literalidad. Parecen ser —ciertamente en esta primera etapa— obras sorprendentemente duraderas, a pesar del temor de Ruscha de su eventual carácter «pintoresco».

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Ruscha indica que empezó a trabajar con fotografías a partir de «una combinación de deseos. El primero era, sobre todo, hacer un libro. Quería hacer un libro de algún tipo. Y, al mismo tiempo, mi actitud completa acerca de todo esto proviene de una frase que invente para mí mismo, la cual es “veintiséis estaciones de gasolina”. Trabajé sobre aquello en mi mente por mucho tiempo y supe el título incluso antes de que el libro saliera. Y así, paradójicamente, la idea de las fotografías de las estaciones de gasolina apareció, así que en principio fue una idea y luego pude de alguna forma trabajar en ello. Fue de la mano con lo que sentía por los viajes». «Apenas mis pies pisaron las estaciones de gasolina —continúa— tuve muchas otras cosas que salieron. El fuego también ha sido parte de mi trabajo anterior, he hecho pinturas sobre el fuego y han sucedido pequeñas cosas relacionadas con el fuego en mi vida, no como experiencia, ni de una forma negativa, no he tenido ninguna catástrofe vinculada al fuego, pero la imagen del fuego ha sido siempre muy fuerte en mi trabajo y, por tanto, esto culmina en este pequeño libro aquí [Various Small Fires, que contiene 16 imágenes —tuberías en llamas, cigarrillos, un destello, un encendedor en llamas] (Figuras 3, 4 y 5). Es probablemente uno de los libros más extraños, parece como si destacara, incluso mucha gente me ha hablado acerca de cómo se aparta de los demás porque es más introvertido, asumo; introvertido, menos llamativo, probablemente más sin sentido que cualquiera de mis otros libros, si comprendes lo que quiero decir». Yo menciono haber hallado, en una tienda de libros usados en la Cuarta Avenida, una copia del catálogo de una de sus exposiciones cuya portada estaba chamuscada por el fuego. «¿Chamuscada por el fuego?», Ruscha sonríe. «Todo recibe su merecido, ¿no? Bruce Nauman tomó una copia de Various Small Fires y la quemó ceremoniosamente, tomó una fotografía de cada página e hizo un enorme libro de aquello, lo que se convierte en una extensión de eso. Creo que le gustaba Various Small Fires». «Algunos de ellos parecen juegos» —añade Ruscha—.«Por ejemplo, Business Cards parece un juego, lo que en realidad es…». ¿O Crackers? «Crackers es un juego; Sunset Strip es un juego visual; Royal Road Test, sí…». Esta es una distinción importante, especialmente, teniendo en cuenta el ligero tono de insatisfacción con el que Ruscha se refiere al término «juego». Cuatro de estos libros dependen de algo más que las mismas imágenes, siendo, por

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Figura 3. Ruscha, E. (1964). Various Small Fires [Libro de artista, portada] (17.8 x 14.0 cm.). © 1964 Ed Ruscha. Cortesía del artista y Gagosian Gallery.

Figura 4. Ruscha, E. (1964). Various Small Fires [Libro de artista, pp. 8-9] (17.8 x 14.0 cm.). © 1964 Ed Ruscha. Cortesía del artista y Gagosian Gallery.

Figura 5. Ruscha, E. (1964). Various Small Fires [Libro de artista, pp. 34-35] (17.8 x 14.0 cm.). © 1964 Ed Ruscha. Cortesía del artista y Gagosian Gallery.

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lo tanto, más limitados específica y conceptualmente (sin embargo, quizás, más accesibles) que el resto. Sunset Strip depende de su formato pliegue-acordeón y de la inclusión de cada edificio en la franja, los otros tres están ligados a eventos recreados. Royal Road Test documenta los resultados de lanzar una máquina de escribir Royal por la ventana de un auto Buick Le Sabre de 1963 viajando a 90 millas por hora. Los protagonistas son el mismo Ruscha como «conductor» y el cantante, compositor y humorista Mason Williams como «lanzador». Williams escribió la historia en la que se basa Crackers —una improbable y, de alguna manera, misógina narrativa en instantáneas—. (Ruscha, trabajando con una beca otorgada por el Guggenheim, recientemente convirtió esta historia en una película titulada Premium). Y Business Cards registra un intercambio de tarjetas personales entre Ruscha y Billy Al Bensgton, así como una cena de presentación para celebrar el hecho. El último libro es también uno de las dos ediciones firmadas que Ruscha ha publicado, una práctica de la cual se ha alejado desde entonces. «Decidí que no quiero nada parecido, solo quiero que el libro se publique y compita con otros en el mercado de libros de bolsillo, ellos tan solo serán mi estilo de libros, ¿entiendes?... Muchos de mis libros deberían ser de una cantidad ilimitada. No quiero que la gente venga y me diga: “Caray, voy a guardar esto porque algún día se convertirá en una obra de arte”. No se trata de eso, te has equivocado…». Ruscha, quien hasta ahora siente que «solamente está raspando la superficie» con sus libros, indica que «no es solo la fotografía lo que me interesa, es la producción completa de los libros… solamente utilicé esa cosa [la cámara —trabaja con una Yashica, por cierto—], solo la elijo como elijo un hacha cuando tengo que cortar un árbol; del mismo modo, elijo una cámara, salgo y hago las fotografías que debo hacer. Nunca tomo fotografías solo por el hecho de tomar fotos. No estoy interesado en eso en absoluto. No estoy tan intrigado con el medio… Quiero el producto final. Eso es en lo que estoy realmente interesado. Es estrictamente un medio para usar o no usar, y lo utilizo solo cuando lo necesito. Lo uso para hacer un trabajo, que es hacer un libro. Nunca podría rebuscar entre las fotografías que he hecho de diferentes cosas y hacer un libro de eso». ¿Quiere decir —pregunté— que nunca podría concebir un libro como «Los Grandes Éxitos de Ed Ruscha» con dos estacionamientos, una piscina y tres palmeras? «Bueno, no, no lo creo». (Ríe).

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Al habérseme terminado las preguntas y la cinta, empezamos a empacar. Ruscha responde a un llamado a su puerta y hace entrar a Billy Al Bensgton, resplandeciente en un sombrero rojo brillante, que lo hace lucir —de alguna forma estudiada— como un refugiado de una tira cómica de Al Capp. Ruscha le da a Bengston una caja de carnada para truchas, un regalo atrasado de Navidad. Luego pregunta si me gustan las anchoas y, al recibir una respuesta afirmativa, me da dos tubos de pasta de anchoas y dos latas de filetes enrollados de anchoas con alcaparras. Aclara que no le gustan las anchoas, y ha usado un gran número de estos mismos tubos y cajas para envolver un regalo para su esposa, quien las desprecia de igual manera. Acepto las anchoas y le pregunto a Bengston si considera a Ruscha un fotógrafo. «Oh, por supuesto», responde Bengston. «Es un gran fotógrafo. Ed hace fotografías que no se parecen a ninguna que haya visto antes». Desliza una sonrisa malévola y ríe a carcajadas. De estas anchoas, un tubo de pasta ha sido enviada a Van Deren Coke, autor de The Painter and the Photograph, para su colección; una lata de filetes enrollados fue enviada a Peter Bunnell como una contribución a la colección de la Universidad de Princeton. La segunda lata de filetes fue reservada para mi consumo personal en alguna fecha futura, y el segundo tubo sigue envuelto en el papel marrón en el que Ruscha me los ofreció, colocado sobre un armario fuera de mi oficina, marcado como «Regalo de Ed Ruscha». Ahora, ¿no es bueno saber estas cosas?

A. D. Coleman Crítico de fotografía y de arte basado en fotografía reconocido internacionalmente y comentarista de nuevas tecnologías digitales ampliamente publicado. Ha escrito 8 libros y más de 2000 ensayos sobre fotografía y temas relacionados. Su trabajo ha sido traducido a 21 idiomas y publicado en 31 países. Su popular blog, Photocritic International, aparece en photocritic.com.

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